Cineasta búlgaro, una de las mayores figuras del cine de su país. Su breve filmografía comprende tan sólo cuatro largometrajes deslumbrantes e inclasificables, de un eclecticismo estilístico muy personal; al menos dos de ellos, ‘La habitación blanca’ (1968) y ‘Cuerno de cabra’ (1972), representan lo más granado del cinema búlgaro. En cuanto a su obra maestra, ‘Cuerno de cabra’, es una fascinante y lírica historia paterno-filial en torno a una venganza, ambientada en la Bulgaria profunda del siglo XVII, durante la ocupación otomana; al margen de la consabida sobriedad de su puesta en escena, de una pureza primitiva insólita en el cine europeo de entonces, el film ofrece uno de los más profundos diálogos del hombre con la naturaleza: la fuerza telúrica y desgarradora de sus imágenes naturalistas -en un blanco y negro bellísimo- culmina en la asombrosa secuencia final, cuando el cabrero protagonista arroja desde lo alto de la montaña enormes piedras tras reconocer el suicidio de su hija: pocas veces, en efecto, el cine ha captado con tal eficacia la desesperación del hombre en un entorno de majestuosa indiferencia. Andonov, talento mayor del cine europeo de la década de 1970, falleció en Sofía a los 42 años de edad. Su obra, desconocida y subestimada, ha sufrido toda clase de simplificaciones, alguna de ellas tan sangrante y equivocada como el comentario que le asesta el cinéfilo Juan Carlos Rentero en su ‘Diccionario de cineastas’: “Más que por sus dotes cinematográficas, se hizo famoso en España por la escena de la violación y por los desnudos de la película ‘Cuerno de cabra’, que, por otra parte, nunca pasará a la historia del cine…” (Madrid, 2006, p. 25).