Si uno asiste a un concierto de este cuarteto de guitarras con espíritu roquero, experimentará en vivo un fenomenal conflicto entre sus sentidos de la visión y el oido. A la vista es un grupo de cuatro individuos cantando, y tocando las guitarras criollas. Naturalmente sus sonidos lo llevarán en principio a la vera de un río o a una mañana en el campo, pero conforme se vayan desarrollando la música y las melodías, las imágenes se transformarán, evocando una esquina o un tejado. La ciudad aparece y es cuando las guitarras se electrizan bajo el influjo enérgico y creciente de los músicos. La música crece y llega un momento en que mágicamente se escucha junto con las guitarras, un bajo y una batería, tal como si una banda de rock estuviese tocando sobre ese mismo escenario.